Jaime es un niño un poco torpe. Tiene 11 años y va a 2º de Infantil.
Un día sus padres le dicen que si saca un 1 o un 2 en las notas finales (siempre sacaba en todo 0 pelotero) le llevaban de crucero. El día de las notas llegó a casa y el padre le dijo: “ponlas en el suelo, seguro que ruedan porque hay ceros a pelotón”. Sacó un 2 en educación física. Se fueron de crucero y allí, en el camarote, sacaron la ropa y la pusieron en el armario empotrado. Jaime sacó su ropa y la tiró por el ojo de buey, pensaba que ese era el armario empotrado.
La cena era ”buffet”. Se cogió las 50 croquetas que había, según él eran gratis. El señor que iba detrás decía: ¡venga niño que vas a dejar sin cenar a medio barco! Y por la mañana dejaba sin colacao hasta al capitán.
Por la noche rezaba el Padre Nuestro así: Padre. Amén.
Un día se encontró unos libros en su camarote y los tiró al mar. Por la noche su madre no encontraba sus libros de cocina. Jaime le dijo que los había tirado al agua porque los pobres peces también necesitaban estudiar.
A la mañana siguiente la brisa se llevó el gorro de Jaime. No se le ocurrió mayor tontería que pedir una caña e intentar pescarlo como si fuese una merluza.
El fin de semana dando un paseo por el barco leyó: “Sala de máquinas. Solo tripulación”. Se puso el traje de la comunión porque era de marinerito y se coló. Empezó a jugar con todas las máquinas que veía y a girar el timón. Menuda la que se organizó, gente vomitando, pasajeros que se caen a la piscina…¡Qué torpón!
Teresa Aguarón 5º A
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