jueves, 12 de mayo de 2011

UN AMIGO FANTASMAL

Había una vez un niño llamado Pedro. Era muy bajito y delgado, pero muy inteligente. No tenía ningún amigo.
En el colegio todos sus compañeros se burlaban de él por su aspecto. A la hora del recreo le perseguían, le llamaban enano.
Un día, el niño cansado de que le persiguiesen y se burlasen de él, echó a correr y entró en el colegio, subió y bajo escaleras, corrió por todos los pasillos intentando abrir las puertas de las clases para poder esconderse, todas estaban cerradas. Al llegar a la puerta de un viejo aula que no se utilizaba y estaba llena de mesas y sillas rotas, de polvo y telas de araña, de cajas con viejos libros que nadie leía desde hacía un montón de años, la puerta se abrió. Pedro entró y se escondió en una esquina, mientras oía a sus compañeros por los pasillos llamándole y diciendo: -¿dónde estás enano?. Pedro tenía miedo y no contestaba.
De pronto, apareció un fantasma, Pedro se asustó y gritó: ¡un fantasma!. Se quedó de piedra, no podía moverse. EL fantasma al oír gritar a Pedro, se escondió. Luego salió y le preguntó a Pedro: -¿qué haces aquí?. Y el niño le respondió: - esconderme de los demás niños….Pedro le contó al fantasma lo que le pasaba. Se hicieron amigos, y todos los días a la hora del recreo cuando sus compañeros le perseguían, iba a ver a su amigo el fantasma, sólo allí se sentía seguro y a gusto.
Un día cuando Pedro entraba en esa aula, uno de los niños lo vio, llamó a todos, y fueron a por él, pero el fantasma amigo de Pedro, cuando los niños abrieron la puerta, apareció. Se asustaron mucho y gritaron, pero no pudieron moverse, ni salir, porque el fantasma había cerrado la puerta. Y muy enfadado les dijo: - dejad de perseguirle y de llamarle enano, es un niño, una persona, y por pequeño que sea su tamaño, siempre será una persona, ¡pensadlo!, dijo el fantasma. El fantasma abrió la puerta, los niños salieron en silencio.
Al día siguiente, a la hora del recreo, Pedro pensaba que iba a suceder lo mismo que todos los días, pero no fue así, sus compañeros, los que tanto le habían perseguido, le invitaron a jugar con ellos, y acabaron siendo todos amigos.
No importa como seamos, todos somos personas.

Samuel Fernández Torres. 5º A.

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