martes, 3 de mayo de 2011

MANUEL Y EL ORDENADOR

Cuando somos niños y nos regalan un ordenador, guau… nos quedamos mirando como tontos. Cuando le encendemos sentimos una gran satisfacción y más sabiendo, que podemos utilizarlo para jugar. Eso es lo que le pasó a Manuel: no jugaba con los demás niños, tampoco estudiaba, si podía se escaqueaba, el ordenador desde el primer momento se convirtió en su mejor amigo. No había momento en el que no estuviera conectado para jugar o chatear con los amigos.
Cuando llegaba a casa su madre le decía: “Manuel, haz los deberes y luego juegas, pero por favor, primero los deberes”. Pero Manuel ni caso, estaba tan enganchado que le daba igual que le castigaran, porque aunque fuera a escondidas no renunciaba a él.
Pasaban los días y Manuel cada vez estaba peor, casi no comía, no se aseaba, no hablaba, su madre ya no sabía que hacer… su hijo se había convertido en un zombi.
Un día su madre no pudo más y a través de una amiga, que le habló de una asociación dónde había chavales de su edad con el mismo problema, le llevó sin que Manuel supiera dónde iba realmente. Cuando entró por la puerta, se dió cuenta de que tenía un problema y comprendió al cabo de unos meses que su ordenador es un aparato, no su amigo, ni su compañero de juegos y ni por supuesto el centro de su vida.
Paula Fontanillas 5ºA

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